lunes, 12 de marzo de 2012

Malentendidos con buen final....

   Iba a decir que suponía que podía quedarme en la casa hasta encontrar otro techo donde cobijarme, pero me callé, presintiendo que mi voz no aguantaría una frase tan larga sin quebrarse.
   - Espero ser un hombre casado en el plazo de un mes-prosiguió el señor Rochester-, y en el ínterin me ocuparé de buscarle casa y empleo.
    - Gracias, señor. Lamento darle...
   - ¡No tiene de qué disculparse! Creo firmemente que alguien que ha cumplido con su trabajo tan bien como lo ha hecho usted tiene derecho a pedir al señor que use toda la influencia que posee en su beneficio. En realidad, mi futura suegra me sugirió un lugar que creo que podrá ajustarse a lo que busca: se trata de la educación de las cinco hijas de la señora de Dionysius O'Gall, de Bitternut Lodge, en Connaught, Irlanda. Creo que Irlanda le gustará. Dicen que sus habitantes son gente muy hospitalaria.
   - Está muy lejos, señor.
  - Eso no es ningún problema: una joven tan sensata no puede albergar ningún temor a un simple viaje.
   - No al viaje, pero sí a la distancia. Y, además, en medio está la barrera del mar...
   - ¿De qué le separa esa barrera, Jane?
   - De Inglaterra, de Thornfield. Y...
   - ¿Si?
   - De usted, señor.
Lo dije casi sin querer y, de forma involuntaria, también las lágrimas traicionaron mi voluntad. Por suerte, era un llanto quedo, libre de sollozos. La idea de una señora O'Gall de Bitternut Lodge me heló el corazón, pero más me lo helaba la corriente de acontecimientos conjurados para separarme del señor, a cuyo lado paseaba ahora, y más aún el recuerdo de la inmensidad del océano:la riqueza, la clase social y la costumbre se aliaban en contra de mí y de aquel hombre, alzando entre los dos un muro sólido e inexpugnable.
   - Está muy lejos- repetí.
   - Sí, lo está. Tiene usted razón: cuando se aloje usted en Bitternut Lodge, no volveremos a vernos, Jane. Eso no puedo negarlo. Nunca voy a Irlanda; es un país que no despierta en mí ninguna atracción. Y nos hemos hecho buenos amigos, ¿verdad?
   - Sí, señor.
   - Y cuando los amigos están al borde de la separación, gustan de pasar muy cerca el poco tiempo que les queda. Venga: hablaremos del viaje y de la despedida con calma, durante una media hora, mientras las estrellas se abren a la vida y comienza a alumbrar el firmamento. Aquí está el castaño de Indias, y el banco situado sobre sus viejas raíces. Sentémonos en paz esta noche aunque sepamos que esta escena no va a repetirse, que nunca volveremos a sentarnos juntos.
   Tomó asiento y me ayudó a hacerlo.
   - Hay un largo camino hasta Irlanda, querida Jane, y lamento enviar a mi joven amiga a un viaje tan agotador, pero si no se me ocurre nada mejor, ¿cómo puedo evitarlo?¿Siente usted que nos une algún lazo, Jane?
    En ese momento no pude arriesgarme a responder: tenía el corazón a punto de desbordarse.
    - Le pregunto- continuó- porque a veces tengo una sensación extraña respecto a usted, especialmente cuando está cerca de mí como ahora: es como si hubiera una cuerda debajo de mis costillas que me uniera de forma ineludible con otra que su cuerpecillo tiene en ese mismo lugar. Y si quedamos separados por un tortuoso canal y miles de kilómetros de océano, temo que esa cuerda se rompa y presiento que, cuando esto suceda, el desgarrón me hará sangrar por dentro...Usted, usted me olvidará.
   - Eso nunca, señor. Sabe que...- Era incapaz de seguir hablando.
   Ya no pude soportarlo más. Me abandoné a un llanto convulso, rendida por todas aquellas emociones que me sacudían de la cabeza a los pies. Cuando logré articular palabra, fue solo para expresar el impetuoso deseo de no haber nacido jamás, de no haber pisado nunca Thornfield.
   - ¿Tanto siente irse?
   - Lamento dejar Thornfield. Amo este lugar. Lo amo porque he vivido en él una vida deliciosa y plena, aunque haya sido por poco tiempo. Nadie me ha impuesto nada. Nadie me ha asustado. No me han asaltado sentimientos de inferioridad ni he sido excluida de la proximidad de todo lo que es brillante, hermoso, fuerte y elevado. He hablado con plena libertad, cara a cara, con alguien a quien admiro y con quien me divierto...con una mente original e ingeniosa. Le he conocido a usted, señor Rochester. Y la idea de separarme de usted para siempre me llena de terror y de angustia. Quiero creer que mi partida es tan necesaria como inevitable es la muerte.
  - ¿Dónde radica esa necesidad?- inquirió de repente.
  - ¿Dónde? Ha sido usted, señor, quien la ha puesto ante mis ojos.
  - ¿Cuándo?
  - Cuando me habló de la señorita Ingram, una hermosa mujer de buena cuna, su esposa.
  - ¿Qué esposa? ¡Yo no estoy casado!. 
  - Pero se propone tenerla...
  - Sí, me lo propongo... -masculló.
  - De modo que debo irme. Usted lo ha dicho.  
  - No: usted se quedará. Se lo juro y cumpliré el juramento.


  - ¡Y yo le digo que me iré! -exclamé con vehemencia-. ¿Piensa que me es posible vivir a su lado sin ser nada para usted? ¿Cree que soy una autómata, una máquina sin sentimientos humanos? ¿Piensa que porque soy pobre y oscura carezco de alma y de corazón? ¡Se equivoca! ¡Tengo tanto corazón y tanta alma como usted! Y si Dios me hubiese dado belleza y riquezas, le sería a usted tan amargo separarse de mí como lo es a mí separarme de usted. Le hablo prescindiendo de convencionalismos, como si estuviésemos más allá de la tumba, ante Dios, y nos hallásemos en un plano de igualdad, ya que en espíritu lo somos.
  - ¡Lo somos! -repitió Rochester
   Y tomándome en sus brazos me oprimió contra su pecho y unió sus labios a los míos-. ¡Sí, Jane!
  - O tal vez no -repuse, tratando de soltarme-, porque usted va a casarse con una mujer con quien no simpatiza, a quien no puedo creer que ame. Yo rechazaría una unión así. Luego yo soy mejor que usted. ¡Déjeme marchar!
  - ¿Adónde, Jane? ¡A Irlanda!
  - Sí, a Irlanda. Lo he pensado bien y ahora creo que debo irme.
 - Quédese, Jane. No luche consigo misma como un ave que, en su desesperación, despedaza su propio plumaje.
  - No soy un ave, sino un ser humano con voluntad personal, que ejercitaré alejándome de usted. 
  Haciendo un esfuerzo, logré soltarme y permanecí en pie ante él.
  - También su voluntad va a decidir de su destino -repuso-. Le ofrezco mi mano, mi corazón y cuanto poseo.
  - Se burla usted, pero yo me río de su oferta.
  - La pido, que viva siempre a mi lado, que sea mi mujer.
  - Respecto a eso, ya tiene usted hecha su elección. 
  - Espere un poco, Jane. Está usted muy excitada. 
  Una ráfaga de viento recorrió el sendero bordeado de laureles, agitó las ramas del castaño y se extinguió a lo lejos. No se percibía otro ruido que el canto del ruiseñor. Al oírlo, volví a llorar. Rochester, sentado, me contemplaba en silencio, con serenidad, grave y amablemente. Cuando habló al fin, dijo:
  - Siéntese a mi lado, Jane, y expliquémonos. 
  - No volveré más a su lado.
  - Jane, ¿no oye que deseo hacerla mi mujer? Es con usted con quien quiero casarme.
   Callé, suponiendo que se burlaba. 
  - Venga, Jane.
  - No. Su novia nos separa.
  Se puso en pie y me alcanzó de un salto.
  - Mi novia está aquí -dijo, atrayéndome hacia sí-: es mi igual y me gusta. ¿Quiere casarse conmigo, Jane? 
  No le contesté; luchaba para librarme de él. No le creía.
  - ¿Duda de mí, Jane
  - En absoluto. 
  - ¿No tiene fe en mí? 
  - Ni una gota.
  - Entonces, ¿me considera usted un bellaco? -dijo con vehemencia-. Usted se convencerá, incrédula. ¿Acaso amo a Blanche Ingram? No, y usted lo sabe. ¿Acaso me ama ella a mí? No, y me he preocupado de comprobarlo. He hecho llegar hasta ella el rumor de que mi fortuna no era ni la tercera parte de lo que se suponía, y luego me he presentado a Blanche y a su madre. Las dos me han acogido con frialdad. No puedo, ni debo, casarme con Blanche Ingram. A usted, tan rara, tan insignificante, tan vulgar, es a quien quiero como a mi propia carne, y a quien ruego que me acepte por esposo.
  - ¿A mí? -exclamé, empezando a creerle, en vista de su apasionamiento y, sobre todo, de su ruda franqueza-. ¡A mí, que no tengo en el mundo otro amigo que usted, si es que usted se considera amigo mío, y que no poseo un chelín, no siendo los que usted me paga!
  - A usted, Jane. Quiero que sea mía, únicamente mía. ¿Acepta? ¡Diga inmediatamente que sí!
   - Señor Rochester, déjeme mirarle la cara. Vuélvase de modo que le ilumine la luna.
  - ¿Para qué?
  - Porque quiero leer en su rostro.
  - Bien; ya está. Creo que mi rostro no le va a parecer más legible que una hoja tachada, pero en fin, lea lo que quiera, con tal de que sea pronto.
  Su faz estaba muy agitada. Tenía las facciones contraídas y una extraña luz brillaba en sus ojos.
  - ¡Me tortura usted, Jane! -exclamó-. Por muy franca y bondadosa que sea su mirada, me escudriña de un modo...
  - ¿Cómo voy a torturarle? Si dice usted la verdad y su oferta es sincera, mis sentimientos no pueden ser otros que los de una gratitud infinita. ¿Cómo voy a torturarle con ella?
  - ¿Gratitud? Jane -ordenó, perentoriamente-, dígame así: «Edward, quiero casarme contigo.»
  - ¿Es posible que me quiera usted de verdad? ¿Qué se propone hacerme su mujer?
 - Sí; se lo juro, si lo desea.




PD: Me he hecho tumblr la dirección de la página es  http://thevillageinred.tumblr.com/ los que tengaís tambien decirmelo y os agrego :)

21 comentarios:

  1. Magnífica escena de la inolvidable Jane Eyre!!! me encanta esa parte. De hecho, este libro está en mi lista de relecturas...que delicia de historia!!

    Besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En mi lista también está....y nunca nunca canso de leerlo una y otra vez...es una historia tan bonita...además no es fácil...lo que la hace mas real...

      Besines!

      Eliminar
  2. Ah! qué espectáculo más impresionante un diálogo de ratón que te pilla el gato, ratón que te va a pillar... y la pilló, y... fueron felices de por siempre... entre iguales, mirándose cara a cara, un varón y una mujer, siempre... Precioso, gracias por traerlo... Bss

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es como deberíamos estar siempre...ante iguales...sobre todo en el momento de abrir nuestro corazón ;)
      Besines querida!

      Eliminar
  3. Ay, tan linda la escena, lo que suspiraba cuando lo leía, y pensaba lo cruel que era Rochester con Jane, que la hizo sufrir en balde ^^

    Gracias por recordánosla, besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Verdad que si?? Pensando todo el tiempo...este hombre como le gustará torturarla así a la pobre!!! Pero al final...ayyys (L)

      Besines querida!

      Eliminar
  4. ¡Es una escena tan maravillosa de Jane Eyre! Estoy esperando para releerlo y hacerle justicia a su papel. Cuando leí esta parte por primera vez, no podía creer cuando la terminé. Regresé una y otra vez para comprobar si era cierto lo que decía Rochester. Me emocioné sobremanera. De veras un libro incomparable.

    Gracias por recordarnoslo.

    Un beso, amiga.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Realmente es difícil apreciar todo lo que da de sí esta escena leyéndola una sola vez...hacen falta unas buenas relecturas para quedarte con todos los matices ;)
      Cosa que yo hao una vez al año...jajaja

      Besines querida!

      Eliminar
    2. Realmente con una sola lectura una no puede apreciar toda la riqueza de esta escena maravillosa....hacen falta unas cuantas relecturas ;) yo lo hago una vez al año al menos jajaja

      Besines querida!

      Eliminar
  5. POr cierto... está muy bueno tu lugar en Tumblr. Me gusta.

    Mua...

    ResponderEliminar
  6. No he leído este libro pero por lo que nos pones y los comentarios que levantas se me ha despertado la curiosidad. Un beso Marta.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues ya sabes!! A leerlo!!! Es muy interesante...y lleno de carácteres peculiares ;)

      Besines!

      Eliminar
  7. Me encanta esta novela, al igual que la mayoría de las adaptaciones cinematográficas hechas de ella (mi favorita es la versión en que el señor Rochester está interpretado por William Hunt). ¿Mi parte favorita? ¿La que llevo grabada a fuego en mi alma? Ésta, sin duda alguna:

    "... a veces tengo una sensación extraña respecto a usted, especialmente cuando está cerca de mí como ahora: es como si hubiera una cuerda debajo de mis costillas que me uniera de forma ineludible con otra que su cuerpecillo tiene en ese mismo lugar."

    Gracias por recordármela.

    Un beso, guapísima.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A mí este libro llegó a marcarme tanto...que lo tengo a la altura de Orgullo & Prejuicio...o sea se...es mi favorito junto con el de Austen :)

      Y esa parte es....desgarradora...dice tanto...maravillosa...quien pudiese despertar algo así en cualquier persona...

      Besos dobles y enormes queridisima mía!!!!

      Eliminar
  8. Mi querida, este fragmento de Jane Eyre siempre lo leía con un terrible nudo en el estómago al principio y los ojos velados de lágrimas, qué momentos y qué palabras! qué dolor el de Jane de dejar todo lo que amaba, su casa, su señor y su amor por una mujer que ni siquiera lo merecía...y qué sangre fría la del señor Rochester de montar toda esa parodia para descubrir el amor de Jane.
    Siempre los imaginaba como en el libro, en el jardín y casi totalmente a oscuras, con Jane tratando de ocultar sus lágrimas.
    Y luego el hermoso amanecer en que descubre que ya no era fea, que el amor y la dicha habían embellecido sus rasgos...
    Ah, qué libro maravilloso.Y ésa es mi versión favorita, Toby es un magnífico Rochester.
    Gracias por esta bonita entrada.
    Besos y más besos!
    Jazmín.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Esta también es mi versión favorita...me encanta e toque que le han dado los actores :)
      Y la escena...que decir...que malo es el Sr Rochester!! Hacer sufrir así a alguien cuando él sabía de sobra lo que ella sentía por él...menos mal que todo acaba bien :)

      Besos enooormes!!!

      Eliminar
  9. Mi querida Marta, me haz leído el pensamiento porque yo también estaba pensando en Jane Eyre, y esa escena creo que es la favorita de todas. Recuerdo que cuando la leí me identifiqué con ella, un montón.
    Aunque esa versión no es mi preferida me gustó mucho!
    Un abrazote!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Quién no querida!!?? Con su sencillez...al final logra lo que todas deseamos...esa persona que nos ame y coprenda mejor que nosotras mismas...
      Cuál es tu versión favorita??


      Besos enormes querida amiga!

      Eliminar
  10. Cada vez que veo la escena (en cualquier versión) o leo el libro, no puedo dejarme de sentirme identificada con Jane. Creo que todas nos solemos sentir un poco insignificantes frente a alguien que amamos, Rochester en un poco cruel con ella, pero sólo es para romper la coraza de ella.
    besos.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cruel...que mal se pasa cuando sabes que ella no se merece tanto sufrimiento...pero al final la crueldad del Sr Rochester hace que todo termine felizmente!! Menos mal!
      Y como no sentirse identificada con la persona de Jane...un libro fantástico ;)

      Besines!!

      Eliminar

Gracias por pasarte por mi rinconcito...y no te cortes!! tu opinión es bien recibida!!
"La lectura de un buen libro es un diálogo incesante en que el libro habla y el alma contesta."